Ibby Piracha, tiene 23 años. Le gusta ir a tomar café en un Starbucks en su barrio. Vive Leesburg, Virginia. Piracha es sordo. Siempre que acude al Starbucks escribe su pedido en su teléfono y se lo enseña al barista.
Lo hace durante semanas, meses.
Un día llega y le enseña a la empleada. su mensaje. Pero ella empieza a usar el lenguaje de señas para preguntarle qué quería. Luego le entregó una nota que decía: “He estado aprendiendo lenguaje de señas, solo para que puedas tener la misma experiencia que todos los demás”.
La chica era una empleada de aquella cafetería, durante meses estuvo observándole, estudiando en su tiempo libre.
Leí esta noticia en 2016. Me conmovió. Era lo más emocionante que había leído en mi vida, era la matricula de honor mítica en la atención al cleinte que creía un mito, era lo más increible que había visto hacer a alquien que su profesión es ayudar y atender a los demás.
Busqué a aquela chica, en los siguientes días en la prensa local de Virginia. Y meses después di con ella. Se llamaba Kristal Payne. Contaba que había estado durante semanas viendo vídeos en youtube para aprender y poder servir a Ibby de una manera correcta. La entrevistaron. Ella simplemente contestó: “Mi trabajo es asegurarme que las personas tengan la expericiencia que esperan. Y eso es lo que le di”.
Kristal Payne. Gracias.