Cada vez que oigo, o leo, lo de “retail experiencial” o peor aún, “tienda experiencial”, me estalla la cabeza.
Y sucede que lo leo y escucho cada día. Es como un zumbido infinito, que no cesa.
Hoy, esta corriente masiva y sin disidentes que nos habla de las “tiendas experienciales” como algo superdisruptivo y ultramoderno, como el mapa que nos revela el futuro, pasará a la historia como la teoría más inútil de la historia del retail.
Es la mayor tautología realizada desde el origen del comercio. Esto de “tienda experiencial” es como hablar de “agua húmeda” o de “fuego caliente”. Suena extraordinariamente bien, parece que aporta algo, pero en verdad no dice nada: una experiencia puede ser buena, mala, neutra y todo lo anterior a la vez. Todas las tiendas desde el origen de los tiempos fueron, son y serán “tiendas experienciales”.
¿En base a qué una tienda es “experiencial”y otra no? Te dirán, porque “son tiendas donde vas a probar cosas, a tener “experiencias”. Entonces ¿una sastrería del siglo XVIII era una “tienda experiencial”?
O te dirán que son esas tiendas tipo Nike con mucha tecnología con la que puedes interactuar, y entonces tú pregúntales que si para tener “experiencias” es mandatorio interactuar con tecnología, y recuérdales lo fantásticamente “experiencial” que es para ti esas veces que te tomas cañas con tus amigos en tu bar favorito.
O, peor aún, si te sueltan eso de que “ las tiendas experienciales son aquellas que celebran servicios o eventos exclusivos y tienen personal capacitado para crear experiencias memorables en la tienda que fomentan la lealtad a la marca”, entonces pregúntales si la librería independiente de tu barrio es una tienda experiencial.
Y cuando no sepan qué decirte, pregúntales si pueden ser “experienciales” las tiendas de tu infancia, ésas que aún no has olvidado.
Por ejemplo, esa tienda donde la dueña sabía cuándo era tu cumpleaños, y te regalaba caramelos a escondidas para que no la regañara tu madre. Y pregúntales que si el hecho de que en esa tienda muchas veces no le cobraron a tu madre y la fiaron, porque resulta que tu madre no llegaba muy bien a fin de mes, hace que esa tienda tenga el honor de poder entrar en su lista de tiendas “experienciales”.
Pregúntales si esas tiendas a las que la gente iba muchas veces más a ser escuchada, que a comprar, encajan en su lista de “tiendas experienciales”.