El gran «devorador» de las tiendas físicas, no ha sido el comercio electrónico, como infinitamente se señala desde artículos, foros, y análisis en torno al retail.

1. El gran «devorador» han sido las crisis económicas, las pandemias, las inflaciones: el gran enemigo son los bolsillos vacíos de los consumidores: en crisis se cierran tiendas y cae la venta online.
En bonanza económica ,se abren tiendas y se vende más online.

2. El gran «devorador» ha sido la cuestión demográfica: cuando crece la población, crecen las tiendas físicas y crecen las ventas online, cuando se van dos millones de extranjeros por la crisis del 2008, el retail se desploma. Cuando se abre un nuevo nucleo poblacional en una ciudad en expansión, se abren muchas tiendas, y se vende online.

3- Y el gran «devorador» de lo físico, ha sido sin duda lo físico. Se han cerrado infinitamente más tiendas físicas por la expansión de nuevos formatos de tiendas físicas, que por la expansión del comercio electrónico:
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*En España había más de 35 mil mercerías, varios miles de talleres de arreglo de zapatos, sastrerías… hasta que empezaron a expandirse las tiendas de moda rápida.

*Las tiendas tradicionales representaban en España dos de cada tres puntos de venta de gran consumo en 1985.  Ese año, había en España 93.079 tiendas de ultramarinos, abarrotes, lecherías, en definitiva tiendas de barrio donde se vendían alimentos y bebidas. En 2015 había 23.093. ¿La razón de esta pérdida de casi 70 mil tiendas tradicionales en apenas dos décadas?… Eso es una media de casi 10 tiendas al día….

La razón fue la expansión de las grandes cadenas de supermercados.

Evidentemente que la expansión del comercio electrónico significa, en algunos casos, el cierre de algunas tiendas en algunos sectores, al igual que cuando crece una cadena de tiendas físicas, sus competidores sufren: desde hace décadas está sucediendo. Y en periodos de bonanza económica, y de expansión demográfica, siempre hay un repunte . Y lo habrá en tiendas físicas y online.

El retail siempre ha sido un escenario darwinista, pues las tendencias de consumo nunca son estáticas, están en perpetua evolución.