Hace años, fui a una zapatería.

Pregunté por un modelo de zapatos. Tenían. Pero no había de mi número. Tengo los píes demasiado grandes, al parecer. La dependienta miró en su ordenador. No había en las tiendas de la empresa que estában abiertas en la ciudad. Me dijo que no me preocupara, que podrían enviármelo a mi casa. Me llegaría en una semana. Pero yo tenía que asistir a una boda en tres días, y necesitaba esos zapatos.

La dependienta fue muy amable. Me dijo que no me preocupara, que iba a ayudarme. Descolgó el teléfono de la tienda, y miró un número de teléfono en la pantalla del ordenador. De pronto, empezó a hablar con alguien al otro lado. Colgó. Sonrió y me exclamó: “¡¡Tienen su número¡¡ Les he dicho que guarden los zapatos, que irá a por ellos.

Me puse tan contento. La chica me escribió la dirección, y se despidió de mí. Subí al metro y fui hasta la dirección que me había escrito. Me quedé mirando aquella tienda…. No podía dar crédito.

La chica había llamado a su competencia .

¿A dónde creen que fui todas las veces que más tarde necesité comprar unos zapatos?

¿Dónde no me fallaron porque tenían los zapatos que necesitaba, o donde se pusieron en mi lugar y me ayudaron y pusieron mis intereses por encima de los suyos?