Shein abre una tienda efímera en España. Una revolución. Largas colas. Todos los medios se hacen eco. Aplauden.

Colas kilométricas en el centro de Madrid. Nuestros teenagers aman a Shein. Ha pasado un año de entonces, y los ecos de los aplausos siguen. En los 90, un enfoque frenético llamado FAST FASHION cambió la industria de la moda. Se pasó de moda para las 4 estaciones, a casi 52 “micro-temporadas” por año. Esto fue abrazado masivamente por los consumidores. Al mismo tiempo que los precios cayeron en picado. Moda de usar y olvidar. La letra pequeña de esta apología pantagruélica del consumo, fue un navajazo en el estómago del planeta y del medio ambiente. Por no hablar de las condiciones socioeconómicas donde se producía ese tipo de moda urgente. Hoy los grandes industria de la moda han reflexionado, y ha hecho una autocrítica que hay que elogiar del mismo modo que los criticamos antaño.

Shein ha creado la moda en tiempo real. Una moda que convierte en una tortuga a la moda rápida. Shein apuesta por destrozar los calendarios sensatos en la producción y comercialización. 10.000 productos nuevos al día. Las rebajas constantes y cronometradas, que se muestran en horas y minutos, perpetúan la idea de que debe comprar ahora y no puede usar nada dos veces. La antinomia radical al consumo eco y sensato,eso es Shein.

Shein redujo el tiempo de la moda rápida desde el diseño hasta la producción de tres semanas a 5 a 7 días. Shein elimina a cualquier intermediario a través del Consumer to Manufacturer (C2M): se conecta directamente a los sitios web de la competencia y Google Trend Finder para comprender lo que está de moda (de un modo muy cuestionable), diseña rápidamente y vincula el comportamiento de los usuarios en la aplicación y en el sitio para pronosticar automáticamente la demanda y ajustar el inventario en tiempo real, además todo su marketing gira a estrategias con microinfluencers. Todos los proveedores de Shein usan su software. A través de él, reciben actualizaciones sobre nuevos pedidos al instante en función del comportamiento del consumidor, y envían datos de capacidad e inventario en tiempo real. Actualizan en vivo su capacidad de fabricación en función de quién mira qué en el sitio web y quién compra qué.

Shein nunca ha vendido ropa en China. Exporta, en gran medida mediante transporte aéreo, desde su base de fabricación en Guangdong a EEUU. y Europa. Envía paquetes individuales para evitar pagar impuestos a a exportación (el precio medio de cada pedido es menor a 10€): el umbral en el que los envíos a los EE. UU. califican para la evaluación es de $800, en UK es de £ 135 y en Europa es de € 150. También elude los impuestos nacionales, ya que no vende ninguno de sus productos en China. Esto les ayuda a establecer precios más bajos que sus rivales occidentales. Y por supuesto, olvídate de que Shein pague impuestos en los países donde viven sus consumidores.

Shein, es el peor camino que podemos elegir como consumidores.