En concreto, la treintena de librerías de la cadena Zhongshuge rozan el estatús mítico de obras de arte.
Bellas hasta lo inaudito. Descomunales. Altamente digitalizadas en todo lo invisible que viste estas obras de arte. Nadie en la historia del retail ha hecho tantos malabarismos visuales dentro de una tienda, son unos genios manejando los efectos visuales con juegos de espejos, con las mentiras maravillosas que nacen de los reflejos de los espejos. Nadie ha usado con tanta maestria las imágenes gemelas que pueden brotar de espejos en el techo y que multiplican espacios, como tiendas sobrevolando tiendas. Espejos en el techo que alargan torres infinitas llenas de libros. Y nadie como ellos ha destrozado las verdades absolutas de cómo debe ser una pasillo dentro de una tienda, ellos hacen de los pasillos encuentros waltdisneylianos entre salas y salas. Y nadie como ellos han creado espacios delirantes, misteriosos, extraños, irreales, fantásticos.
Zhongshuge abre librerías marcianas en la China Continental, y las ciudades se revolucionan: un hormiguero de lectoras y lectores, hacen colas en sus puertas para entrar.
La cadena Zhongshuge es una coctelera donde metes a Walt Disney, el Señor de los anillos y a Cervantes. Agitas. Y ahí tienes el resultado.