Muchos supermercados (y tiendas de otros sectores también), son mayúsculamente aburridos.
Territorios de pasillos inundados de latas y precios, y papel higiénico, y 2X1, y botellas de lejias mirando a la comida para gatos. Lugares en empiezan y terminan en cajas de pago y carros de compra, y el tiempo aburrido, y sucede que es un retail de entrar, coger, pagar, largarte. Tiendas de distribuidores.
Hace años, un estudio de Países bajos, al que admiramos hace tiempo, JDV, hizo una barbaridad magnífica en Moscú. Sencillamente tiró a la basura las reglas asfixiantes de la definición ortodoxa de lo que es un supermercado. Creo un universo nuevo, un supermercado que fuera divertido para los niños. ¿Existe algo más aburrido para un niño que ir un sábado por la tarde a un supermercado?
Si conseguimos hacer un supermercado que sea divertido para los niños, será nuestro milagro contemporáneo.
De pronto, los pasillos se reconvirtieron en un camino sorprende de juegos, de donde nacían laberintos enanos, y colores azules muy extraños pero bonitos, y rojos y amarillos y, escaleras que daban a puertas en medio de una pared que iban a algún lugar misterioso, y sandías gigantes en la bifurcación de los pasillos por las que podías pasar, e ir a lugares nuevos. Y caminar en medio de pasillos donde las latas de atún eran más divertidas, y las manzanas y las cajas de cereales, todo parecía más divertido.
Azbuka Vkusa fue una tienda temática en el centro de Moscú, un supermercado donde los niños (y seguramente sus padres), no se aburrían, por imposible que esto parezca a veces.