El 1928 la revista de tecnología “Science and Invention” , publicó un artículo donde aparecía esta ilustración de cómo pensaban que sería por entonces la tienda del futuro.
Hace 90 años se imaginaban las tiendas adaptadas a una realidad emergente: el aumento de los automóviles.En 1900 había 8.000 censados en Estados Unidos. En 1910, 468,500. En 1918, 6,160,44. En 1928, 24,688,631. Si se creen que lo de los atascos es una cosa de ahora, acudan a los datos de tráfico documentados del año 1928 en las grandes urbes norteamericanas.
O en el centro de Londres:
De pronto, los consumidores tenían un problema, la aparición del auto en más de 20 millones de hogares norteamericanos, hizo que el consumidor fuera mucho más infiel de lo que había sido hasta entonces. El auto lo liberó y podía desplazarse a la tienda que quisiera, ya no tenía que ser la más cercana. Pero por otra parte, generó una necesidad de reformular las tiendas. Muchas tuvieron que añadir aparcamientos, y a pesar de eso en muchos casos se tuvieron muchos problemas para aparcar. Ya que por entonces los primeros aparcamientos de las tiendas fueron minúsculos en comparación con del ritmo de crecimiento del número de automóviles. Fue entonces cuando nació una figura que casi todas las revistas especializadas en distribución nos presentan como algo muy novedoso: el empleado que sale de la tienda y lleva tus paquetes hasta el maletero de tu coche. Se llamaban ‘driveins’, y en los años 30 hubo miles en las tiendas de entonces.
Tuvimos que esperar cuatro décadas y media para que McDonald´s abriera el primer restaurante drive-through en 1975
En el artículo de la revista se dice (fuente: vía Gizmondo):
“El automovilista que quiere sumergirse en la tienda entra por la derecha y bajando la velocidad, hasta casi estar parado, se asoma por la ventanilla de su vehículo y selecciona los artículos que necesita. La mayoría de ellos están, por supuesto, envueltos en paquetes convenientes. El producto alimenticio se deposita en una bandeja que se mueve a través de un transportador de rodillos. Los extractores gigantes proporcionan un flujo constante de aire (calentado en el invierno) para difundir cualquier posible acumulación de gas de monóxido de carbono. En consecuencia, el conductor puede tomar todo el tiempo que desee en la selección de su material. Cuando el automovilista abandona el mercado automotriz, sus compras son revisadas por el cajero en el punto de salida y él paga por sus compras allí. Justo enfrente de este lugar está el mercado de carne, de modo que mientras un cajero está revisando los productos, el carnicero se encarga de la orden de carne”
Pero lo más sorprendente es que el artículo incluye fotos, y ahí se cuenta que se ha hecho un test en alguna parte de Estados Unidos, aunque no revela el lugar. Pero por lo visto fue un fracaso la prueba porque se crearon muchos cuellos de botella.
Pero esta tienda fue pensada en los años de bonanza, en el 28,. Pero de pronto todo se rompió, como cuando estalla una ola contra un puño. Luego en la década de los 30, tras el Crack del 29, entonces se abandona aquella idea de tienda del futuro y empiezan a surgir tiendas en el formato de autoservicio que permitía a los clientes comprar sin la intervención del empleado
Luego, pasaron las décadas, y no llegaron las tiendas como las imaginaban en el 28. las tiendas fueron cambiando y fueron diseñadas para intentar mantener cuanto más tiempo a los compradores en sus tiendas, por ejemplo en los supermercados los lineales de frescos se pusieron al final de las tiendas. Eso continúa, pero ya les adelanto que empezará a cambiar masivamente.
Cada época tiene su tienda del futuro. La nuestra es la tienda parecida a Amazon Go. Nos vienen a decir que todas las tiendas del mundo serán tipo Amazon Go. Usted irá a su tienda de barrio por pequeña que sea, pasará un torno, se identificará con su teléfono móvil, entrará, agarrará el producto que quiera, y saldrá de la tienda.
Cada época tiene su tienda del futuro que nunca llega a instalarse masivamente. Siempre sucede algo que nos lleva a otro lugar.
Autor: Laureano Turienzo. Asesor & Consultor empresas.