La llegada de los centros comerciales a los núcleos urbanos supuso el cierre de miles de tiendas de barrio. Es complicado luchar contra gigantes cuando sus sombras rozan tus escaparates. Las rentas subieron. Los locales fueron ocupados por bancos, farmacias, McDonalds y Starbucks. En USA el crecimiento de Walmart cerró miles de pequeños supermercados; un impacto mucho más fuerte en términos de cierre de tiendas que lo que está suponiendo la subida en cuota de mercado de Amazon. Aquello sí que fue un retail apocalypse real de pequeñas tiendas de comestibles.
Lo mismo sucedió con la aparición de las grandes cadenas de comida rápida. Y la moda rápida cerró muchas pequeñas tiendas de barrio…. Hace años que nos han dicho que estábamos a dos minutos de la muerte final de los pequeños comercios. Pero, si bien es verdad que vemos con pena cómo se cierran pequeñas tiendas, a veces suceden cosas extrañas que no contemplaba el guión: en USA cierran los centros comerciales y grandes almacenes, pero a las librerías independientes les va bien. Y a los pequeños supermercados de barrio étnicos. Y las tiendas que más han creado empleo, porcentualmente, han sido aquellas que tenían entre 5 y 9 empleados. Y si hablamos de crecimiento porcentual del gasto, debemos indicar que en las tiendas pequeñas de barrio ( mom-and-pop stores) ha superado al de las grandes cadenas en los últimos dos años, según Sarah Quinlan, vicepresidente sénior Mastercard. Dice: “cuando no están comprando en línea, los estadounidenses buscan conexiones y consejos más personales, algo que les puede faltar a los minoristas nacionales… Las grandes cadenas de tiendas aún representan la mayoría de las compras de los compradores. Pero muchos de los consumidores más prósperos ahora están agrupados en vecindarios transitables, lo que les permite omitir el centro comercial en favor de las ferreterías, librerías y tiendas de comestibles del vecindario. Y están dispuestos a pagar los precios más altos“.
El crecimiento de ventas de los pequeños retailers en US en 2016 fue del 7,3 por ciento, de acuerdo con Mastercard, comparado con el 4.6 por ciento de las ventas totales minoristas.
Dicen que en esas tiendas no hay mucha omnicanalidad y poca tecnología, pero pasa que en estas tiendas el de detrás del mostrador sabe el nombre de tus hijos, la fecha de su cumpleaños, y su último dolor de muelas. Y sucede que en esas tiendas, el de al otro lado del mostrador sabe de lo que vende, y tú sabes que él es el experto al que debes consultar. La tecnología nos gusta a tod@s, una app de realidad virtual de Ikea nos maravilla, un escaparate virtual de Zara nos deja con la boca abierta, pero en el fondo lo que más nos gusta es sentirnos tribales, notar que el de enfrente es de los nuestros. Nos gustan ese tipo de tiendas que habitan nuestros ecosistemas vitales, ese tipo de tiendas que están más cerca de una plaza de pueblo que de una oficina de Silicon Valley. Nos gustan ese tipo de tiendas donde si lo necesitas ya pagarás mañana. Sitios donde ahora que todos hablamos de las entregas hiperrápidas, ellos llevan décadas subiéndote a tu casa lo que saben que te gusta en el momento justo que lo necesitas. Ya saben, o eres más barato, o eres diferente, y en el medio no hay nada. Hay vida más allá de las pantallas de los ordenadores.
Las tiendas de barrrio han sido parte de nuestro paísaje urbano, y en un futuro de ciudades colapsadas, y de ojos pegados a la pantalla de los móviles, estas tiendas tienen incluso un papel de vertebración social.
Las tiendas de barrio son de donde venimos, y debemos protegerlas. Son nuestra última esperanza en la defensa de un retail de piel con piel.
Autor: Laureano Turienzo